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PABLO HERNANDO DESDIBUJA LA FICCIÓN

 



PABLO HERNANDO DESDIBUJA LA FICCIÓN CON SU CABÁS

 

‘Cabás’ emprende un viaje fantástico de autodescubrimiento a partir de un familiar ejercicio de contemplación umbilical, utilizando el gotelé de nuestro techo como caleidoscopio y una masa regurgitante de pan como brebaje chamanista, o dotando de una filosofía cuasihumanista al movimiento errático de una pelusa.

 

Y comparar al protagonista de esta historia con una suerte de polvo estelar concentrado en una galaxia de mugre olvidada entre los zócalos de un cuarto que se va vaciando es sólo una de las hazañas que pueden pasar inadvertidas en una película tan complicada como intimista, que se ve salpicada por sueños recurrentes, personajes estrambóticos y teorías de quirúrgica precisión sobre el abandono.

 

 

Pero vayamos por partes. ¿Qué es ‘Cabás’? El maletín de aparatos médicos y que transporta el protagonista (Xabi Tolosa) en los desérticos parajes de sus sueños no es la respuesta. Pues esta está y siempre ha estado en el ombligo de la obra. Así que seguimos su cordón hasta el padre de la criatura: Pablo Hernando.

Este vitoriano afincado en Madrid con un buen puñado de cortometrajes a sus espaladas (caben destacar especialmente ‘Registro de Walter Corman’ y ‘Agustín del futuro’), fue la mano derecha de Carlos Vermut en la realización de ‘Diamond Flash' (2011), considerada una de las obras clave del nuevo cine low cost español. Por eso su debut en el largo era esperado con sobrada curiosidad.

 

“Fue trabajando en ‘Diamond Flash’ cuando ví que se podía hacer un largo con los mismos medios que un cortometraje: sin presupuesto y con mis amigos. Que no era un disparate”. Nos cuenta Pablo Hernando. “Tenía una idea estructural para una película (el sueño que avanza por episodios) y otras varias ideas que, entrelazándolas, dieron lugar a la historia del protagonista”.

 

 

Con este sencillo modelo de producción y un presupuesto de apenas 2.000 euros y un equipo (técnico y artístico) reducidísimo encaró Hernando la película como si se tratase de un cortometraje… aunque mucho más largo. “El equipo y los actores eran amigos que trabajaron sin cobrar, a Almería (donde se desarrollan las escenas oníricas) fuimos cinco personas y en el piso de Madrid nunca hubo más de cuatro”.  Eso sí, “en la producción de un corto y de un largo hay varias cosas que cambian: el desgaste físico y mental, la energía del equipo, el aburrimiento... pero si no me hubiera obligado a hacer ‘Cabás’ no habría aprendido esas cosas”.

 

Así, el nacimiento de ‘Cabás’ a la sombra del film de Vermut ha sido (para bien o para mal) condicionante de su acogida. Como aquel, el de Hernando también ha formado parte del programa de proyecciones de la segunda edición de Cine Low Cost de Barcelona (headquarter para el estudio de este fenómeno), y como aquel ha sido finalista para el Premio Rizoma de Madrid, si bien no ha resultado ganador como lo fue ‘Diamond Flash’ asegurándose así una distribución.

 

 

A pesar de eso, el título de ‘Cabás’ sigue siendo mentado entre los corrillos más indies del cine low cost, a la salida de salas minoritarias, festivales, y otras citas del mundillo. Y aunque Hernando reconoce que no consigue posicionarse fácilmente en el calendario de festivales, lo cierto es que su película se ha hecho un hueco entre el público.

 

La pregunta, claro, es ¿qué público? “El cine low cost no es una industria”, sentencia Hernando. “No puede serlo porque no hay dinero, es un sistema deficitario. Además yo no creo que sea nada nuevo, es cine de bajo presupuesto como se ha hecho siempre, con la diferencia de que en el aspecto técnico es más parecido al cine convencional que nunca. En realidad el cine low cost no es nada, sólo es una etiqueta. Está ahora de moda, pero aun así su alcance es mínimo comparado con otras parcelas no ya del cine convencional, sino del cine independiente”.

 

 

Aún así, Hernando no está de acuerdo con que las producciones low cost se queden varadas en una suerte de estanque para la autofagia del mundillo. Y sentencia que “no creo, sí que hay gente que no tiene nada que ver con el low cost y ve esas películas porque está interesado en el cine en general y ve que en el low cost se hacen cosas interesantes”.

 

A Hernando eso le da igual. A él sólo le interesaba hacer de ‘Cabás’ una película. Y confía en que llegue al público, ¿qué menos? “Igual son minoría”, añade en referencia a los consumidores de cine low cost, “no lo sé, no te creas que tengo una idea muy clara de todo esto”. Hernando, que espera a la salida de los cines Golem de Madrid (donde se ha proyectado la película en el marco de Rizoma) se presta a cualquier coloquio con el público y se muestra satisfecho con la acogida. “Sé que es una película difícil y que hay mucha gente que no recibe bien el cambio que hay a partir de la mitad. Me parece bien. Es verdad que la ha podido ver poca gente porque no la han cogido en casi ningún festival, pero espero que esté disponible online antes de que acabe el año”.

 

Independientemente de la difusión que tenga la obra, el propio director reconoce que “es una película difícil y muy personal”, su narración díptica y su lenguaje depresivo la convierten en un plato, aunque de de placentera degustación, de difícil digestión (aunque no más que la tan mencionada ‘Diamond Flash’, curiosamente).

 

 

LA REFERENCIALIDAD NAMEDROPPING CONTRA EL ESPÍRITU ‘CABÁS’

 

Hipnótico o hipnotizado, un genial Xabi Tolosa soporta el peso de la película sobre sus hombros ya sea arrastrándose por las paredes de un piso IKEA de Madrid, ya sea por un luminiscente desierto de Almería portando un misterioso maletín que bien podría contener en su interior el alma de Marcellus Wallace (‘Pulp Fiction’, 1994). Y entre pelusa y pelusa, repasa su filmoteca en la que aparecen títulos de David Lynch como presagio a la intrusión de una prostituta tullida o un rockabilly tuerto danzarín en el argumento. Por no hablar del protagonismo que cobra el propio DVD de ‘Diamond Flash’ (editado por Cameo tras su éxito en el anterior Rizoma). Y así podríamos seguir con referencias a los propios cortos de Hernando o incluso a un cameo de Nacho Vigalondo poniendo voz nada menos que a una ensalada. Pero…

 

Pero… “en realidad no me interesa citar a ningún director, ni meter referencias. Las referencias culturales me sacan de quicio, me parecen exhibicionistas y relamidas. No sé si es que no lo hice bien o que estamos obsesionados con la referencialidad, pero mi intención estaba en las antípodas del namedropping. Que Xabi vea ‘Diamond Flash’ y lea a Paco Alcázar no es una forma de hacerme el guay, sino una forma de dibujar el personaje. Xabi es uno de nosotros, un joven español que vive en una ciudad y consume mucha ficción de cierto tipo. Esto es importante porque generacionalmente somos adictos a la ficción. Hemos oído mil veces lo de que los cinco primeros capítulos de tal serie son una mierda, pero luego mejora mucho y te engancha… ¿qué es eso de tener que invertir cinco horas en algo para que te empiece a gustar? Es como empezar a fumar”.

 

 

La lapidaria parrafada de Hernando echa por tierra y de improvisto cualquier análisis de su película y nos exilia a la mera empatía con el protagonista, reconociendo que muchas de las películas y comics que ordena en su estantería Billy (y que a lo mejor transporta en su cabás) son las mismas que tenemos muchos de nosotros y que su aparición explícita en la película, lejos de ser una autofelación, no son sino herramientas argumentales. Así que animamos al espectador a chequear las películas que aparecen y contrastarla con su propia colección para que empiece a contar pelusas.

 

Anulando así toda referencia histórica y cultural, el peso de ‘Cabás’ recae sobre un solo personaje: el de Xabi Tolosa. Y aunque “es arriesgado sustentar la película sobre los hombros de un único personaje, Xabi es un actor físico increíble y tiene un magnetismo en pantalla que a mí me resulta muy interesante”, dice Hernando. “Para mí, ver a Xabi moverse por un espacio (el que sea) me resulta hipnótico; hay algo cómico y a la vez triste en cada gesto que hace”. Y eso que se refiere a su actor y amigo en la vida real y cuya presencia en las pantallas reclamamos como algo necesario y vital en un momento en que el modelo de star-system español devalúa la interpretación. “Para la película mi intención era que su actuación física fuera lo más natural posible, dentro del estado del personaje”. Y Xabi Tolosa, hipnótico o hipnotizado (eso no lo sabemos), te arrastra con él a un estado rem difícil de encontrar en cualquier producción más o menos comercial.

 

 

En este sentido, el consumidor de ficción, adicto a ella y paulatinamente insensibilizado a la realidad vaciadora, encontrará en el personaje de Xabi a un antihéroe cuyas motivaciones hasta resultan “antipáticas”, reconoce Hernando, pero con las que no podremos evitar cierta identificación. Su desarrollo, incluso, responde a una capitulación ordenada como si se tratase de una serie de televisión, pausada y reiniciada a placer por el protagonista en un disco duro cerebral mal formateado. “Me gustaba que la historia del sueño fuera avanzando cada noche, como si fuera un capítulo de una serie de televisión. Esa idea, la de un sueño en capítulos, conecta con el hecho de que el protagonista consuma mucha ficción”.

 

Sin embargo, Hernando comete el acierto de dotar de una gran luminosidad y definición esa cara B de ‘Cabás’, repleta de primeros planos y escorzos imposibles y planteando el anhelado desierto de Xabi como “un paisaje de aventuras”, mientras que su piso (ese anclaje a la realidad) se enrarece cada vez más “y se vacía de todo, incluso de luz”.

 

Y cuando la luz vuelve a encenderse en la sala del cine, o salimos del cuarto oscuro de revelados, toca enfrentarse a nuestra propia realidad, volver al hogar y rebuscar en nuestras estanterías Billy de IKEA algún referente de ficción, un último chute que nos sitúe en el ombligo de un mundo que, aunque sea mentira, dote de un poderoso significado hasta la última mota de polvo de nuestra existencia. Aunque, claro, eso dependerá de lo que lleve cada uno en su cabás.

 

UC (Manu Cabrera).